Jesucristo, el mejor regalo. Si en verdad para nosotros es así, entonces debemos interesarnos en conocerle mejor.¿Cuánto sabemos acerca de Jesús, el Salvador? ¿Desearía estudiar un poco acerca de este tema?
¿Sabías que Jesucristo no nació el 25 de diciembre? Para poder entender el nacimiento de Jesús es importante hablar primero de su precursor, su primo Juan el Bautista. Juan el Bautista, es una pieza clave y fundamental al momento de trazar los tiempos y meses de concepción entre Elizabeth y María, la madre del Hijo de Dios. Para comenzar nos vamos a centrar en el Evangelio de Lucas. Aquí el evangelista Lucas nos confirma que para el tiempo de nuestro Señor Jesucristo; todavía estaba vigente el antiguo sistema sacerdotal. Veamos lo que dice Lucas, Capítulo 1:
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, DE LA CLASE DE ABIAS; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elizabeth.” (Lucas 1:5)
“Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios SEGUN EL ORDEN DE SU CLASE, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.” (Lucas 1:8-9)
En estos dos pasajes bíblicos el evangelista Lucas confirma que Zacarías era un sacerdote, por consiguiente, pertenecía a la tribu de Leví, igual que su esposa Elizabeth. Un detalle importantísimo en el versículo es que Zacarías pertenecía a la clase de Abías.
El sacerdote Abías fue un descendiente de Aarón y líder de una de las casas paternas de Israel en tiempos del rey David. Este rey distribuyó el sacerdocio en veinticuatro divisiones, cada una de las cuales debía servir en el santuario de sábado a sábado cada 12 meses. Se escogió por suerte a la casa paterna de Abías para encabezar la octava división; y a partir de entonces se le conoció como “la división de Abías.” (1 Crónicas 24:3-10; Lucas 1:5) Por lo cual, se dijo que el sacerdote Zacarías, el padre de Juan el Bautista, pertenecía a “la clase de Abías”
“Y David, con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio, y de los hijos de Eleazar había más varones principales que de los hijos de Itamar; y los repartieron así:
La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín, la séptima a Cos, la OCTAVA a Abías…” (1 Crónicas 24:7-10)
Ahora, si los turnos comenzaban con el primer mes del calendario religioso hebreo (Abib/Nisán) la octava suerte correspondía al cuarto mes (Tammuz); Y dado que, Nisán equivale a los meses de marzo – abril, entonces el octavo turno nos lleva a los meses de Julio, conforme al calendario gregoriano.
“Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa. Después de aquellos días concibió su mujer Elizabeth, y se recluyó en casa por cinco meses.” (Lucas 1:8-9; 23-24)
Por consiguiente, de mediados de julio a mediados de diciembre, equivalen a 5 meses. En los cuales estuvo el sacerdote Zacarías recluido en su casa. Dato clave porque aún María la madre de Jesús, no había concebido.
La Biblia no revela exactamente en qué día nació Jesús, tal como lo muestra la siguiente referencia de consulta: “Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Jesús.” (Comentario Bíblico Moody) Entonces, ¿Cuándo nació Jesús? Aunque las Escrituras no dan una respuesta explícita, muchos han llegado a la conclusión de que NO fue un 25 de diciembre, gracias a tres detalles que aporta el relato bíblico. El primero lo analizaremos y es conforme al nacimiento de Juan el Bautista, quién nace con seis meses de diferencia.
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret.” (Lucas 1:26)
Si efectivamente, Elizabeth queda embarazada en el mes de Julio, entonces, el sexto mes que aquí se menciona equivale a Enero (en el calendario actual gregoriano) Según el relato bíblico, María concibe por intervención divina; al sexto mes de embarazo de su prima Elizabeth. Lo cual, dentro del calendario hebreo es el mes Tebeth. Esto lo podemos comprobar en el evangelio de Lucas 1:36
“Y he aquí tu parienta Elizabeth, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el SEXTO MES PARA ELLA, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
El pasaje bíblico que responde a esta pregunta se encuentra en el evangelio de Lucas.
“A una virgen desposada con un varón que se llamaba José de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: !Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María,no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.” (Lucas 1:27-31)
En el Evangelio de Lucas se revela un aspecto fascinante sobre el momento del nacimiento de Jesús. Al mencionar que María quedó encinta en el mes hebreo de Tebeth, nos invita a reflexionar sobre la cuidadosa planificación divina detrás de este evento tan significativo. ¿Sabías que esto sugiere que el nacimiento de Jesús pudo haber ocurrido en octubre en vez de diciembre? ¡Qué interesante descubrimiento!
Esta narrativa resalta la sumisión de María y la naturaleza sobrenatural del nacimiento de Jesús, confirmando así el cumplimiento de la profecía. Al estudiar detalladamente el calendario hebreo, podemos apreciar mejor la soberanía y precisión de Dios en el cumplimiento de sus promesas a lo largo de la historia.
Este enfoque nos invita a adentrarnos en las Escrituras con minuciosidad para comprender más a fondo el contexto histórico y la importancia de estos eventos en el plan redentor de Dios. Cada detalle revela el amor y fidelidad de Dios hacia su pueblo a lo largo de las generaciones, recordándonos que su plan maestro de redención se desenvuelve con perfección y cuidado.
Al contemplar estas verdades bíblicas, somos llevados a maravillarnos ante la perfecta sincronización de los eventos para la llegada del Salvador. ¡Qué hermoso recordatorio de la constante presencia y cuidado de Dios en nuestras vidas! ¿No te parece asombroso cómo todo encaja a la perfección en su plan divino? ¡Sigamos explorando y profundizando en la Palabra para descubrir más maravillas que nos revelen su amor inagotable!
La misma Escritura nos revela ese detalle en Lucas 1:39-44:
“En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elizabeth. Y aconteció que cuando oyó Elizabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elizabeth fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: BENDITA TU ENTRE LAS MUJERES, Y BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.” (Lucas 1:39-44)
Es importante recordar que la Biblia es la Palabra de Dios escrita y está por encima de la iglesia. Si la Biblia menciona que María fue embarazada en invierno, surge la pregunta sobre ¿si la creencia de que Jesús nació en diciembre está equivocada? Es cierto que un bebé humano necesita aproximadamente 9 meses en el vientre de su madre. La celebración en diciembre se ha arraigado más por costumbre y tradición que por un análisis detenido de las Escrituras.
Es vital estudiar y escudriñar las Escrituras para comprender la verdad más allá de las prácticas tradicionales. Recordemos que la fe se basa en la verdad revelada en la Biblia, y es importante cuestionar las interpretaciones que puedan desviarse de esta verdad fundamental. Al hacerlo, podemos fortalecer nuestra fe y comprender mejor los eventos que la Biblia relata.
Cada iglesia y creyente tiene la responsabilidad de examinar las Escrituras con cuidado y humildad, buscando la guía del Espíritu Santo para comprender la verdad que Dios nos ha revelado. Al hacerlo, podemos crecer en nuestro conocimiento de la Palabra de Dios y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. La búsqueda de la verdad nos acerca más a Dios y nos fortalece en nuestra fe."Además, no andéis en las costumbres de la nación que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, yo los aborrecí." (Levítico 20:23)
"Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas.
Y añadió:
—¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado el mandamiento de Dios para mantener su propia tradición!"
(Marcos 7:8-9/ Biblia Nueva Versión Internacional)
Es un hecho, que, María la madre del Hijo de Dios, fue embarazada en el décimo mes del calendario hebreo Tebeth; entonces, 9 meses después nos llevan al mes de Ethanim (Octubre) y no al 25 de diciembre. Las Escrituras no se contradicen y son fundamentales para el entendimiento real de los hechos pasados; y la misma Palabra de Dios nos vuelve a recalcar los tiempos exactos. Observamos un detalle muy relevante y clave en el evangelio de Lucas, analicemos que nos dice el evangelista.
“Y se quedó María con ella como TRES MESES; después se volvió a su casa.” (Lucas 1:56)
Cuando María fue a visitar a su prima Elizabeth, en ese momento ella (Elisabeth); en el décimo mes Tebeth (enero) tenía seis meses de gestación, según las Escrituras. A lo cual, María se quedó junto a su prima en sus últimos tres meses de gestación, hasta ver el nacimiento de Juan el Bautista, en la primavera del mes de Nisán. Confirmando las Escrituras, que en el mes de Nisán/Abib, María ya tenía unos tres meses de embarazo.
El segundo acontecimiento es mencionado en el Capítulo 2 del evangelio de Lucas EL EDICTO DE EMPADRONARSE. Poco antes de que Jesús naciera, el emperador César Augusto mandó “que se inscribiera toda la tierra habitada” Todo el pueblo tuvo que inscribirse en “su propia ciudad”, lo cual implicó para José y María hacer un viaje de una semana o más, estando María en gestación. (Lucas 2:1-3) Independientemente de la época del año, a la gente no debió agradarle tener que cumplir con dicho decreto, que quizás tenía como objetivo de censar a la población con el fin de fijar más impuestos o reclutar hombres para el servicio militar. Pero es poco probable que Augusto hubiera querido agravar la situación obligando a sus súbditos a realizar un largo y difícil viaje en pleno invierno; y muy cerca de la festividad del sol Invictus celebración muy venerada y simbólica para el pueblo romano de la época y muy especialmente dentro de la milicia romana.
El tercer acontecimiento fueron LOS REBAÑOS DE OVEJAS. La Biblia dice que los pastores “vivian a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños.” (Lucas 2:8) El libro: La Vida cotidiana en Palestina en tiempos de Jesús.” Explica que los rebaños se quedaban al aire libre desde la semana antes de Pascuas (a finales de marzo, tiempo actual) y no volvían hasta mediados de noviembre … Pasaban el invierno RESGUARDADOS en las majadas, y ese detalle basta para probar que la fecha tradicional de Nochebuena en invierno tiene pocas probabilidades de ser exacta, puesto que el evangelio nos dice que los pastores estaban en los campos y que las ovejas naturalmente estaban pastando.”
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.” (Lucas 2:8) Luego nos dice “Vinieron, pues, APRESURADAMENTE, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.” (Lucas 2:16)
Todo esto implica que no pudo Jesús haber nacido a finales de diciembre, puesto que dice que las ovejas pastaban; algo imposible en esas regiones por la acumulación de nieve o el pasto que para dichas fechas muere o es sumamente escaso. Otro detalle a tomar en consideración, es que dice que los pastores iban “apresuradamente” debido al clima invernal (el frío) o la nieve acumulada en el camino este fragmento seria puesto en tela de juicio (algo poco probable) Sabemos por registros romanos que el 25 de diciembre ya era una fecha tradicional cuando el monje Dionisio el Exiguo elaboró su datación alrededor del año 526 d.C.
Cuando estaba reinando el emperador Constantino el Grande, la corte de asesores del imperio, propuso que el 25 de diciembre se celebrara el nacimiento del Salvador judeo-cristiano por su coincidencia con el festejo romano llamado Sol Invictus. A partir del reinado de Constantino I y especialmente de Teodosio quien hizo del cristianismo la religión oficial en roma; los esfuerzos de evangelización implicaron la superposición de las celebración cristiana a las paganas para facilitar la conversión.
Cuando el pueblo hebreo estaba en el desierto, ante la ausencia prolongada de Moisés, celebraron una fiesta en honor a Jehová, y el propósito de esa fiesta no era adorar a los dioses de Egipto, sino a Jehová, pero erraron al mezclar la adoración genuina y pura con elementos de la idolatría pagana, por lo cual Jehová no aceptó ese culto, antes se encendió su furor sobre el pueblo.
“Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocautos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.” (Exodo 32: 5-7)
Sencillamente, porque estaban tratando de adorar al Dios Verdadero de la misma manera que los inconversos adoraban a sus dioses. La intención era buena, pero la forma a realizar no lo era; puesto que se fusionaba con tradiciones y elementos paganos. Y según Jesuscristo era vana la honra que se le tributaba mezclada con tradiciones y/o mandamientos de hombre.
“Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.” (Marcos 7:7; Mateo 15:8-9)
Eso muestra que no basta con la buena intención de querer adorar a Dios de cualquier manera. Dios exige que le adoremos en espíritu y en verdad, lo cual quiere decir, que debemos buscarle y adorarle a la manera de EL, tal y como está ordenado en Su Palabra, pues su Palabra es la Verdad. (Juan 17:17) Cuando Moisés construyó el Tabernáculo no fue a la manera e imaginación de Moisés o los artesanos; sino a la manera de Dios. De igual modo, cuando el rey David, quizó construir el templo para dedicarlo a Dios. Dios le dijo que él no lo haría, sino su hijo Salomón. Puesto que él había derramado mucha sangre; y a pesar que lo hizó en el nombre de Dios; Dios desea una adoración limpia y sin contaminación delante de su presencia. Moisés pudo haber entrado a la tierra prometida, pero falló en no hablarle a la roca, tal como Dios le dijo, por lo cual, solo pudo ver de lejos la tierra y no llegó a entrar en ella, por hacer las cosas a su manera y no a la manera de Dios.
“Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás a beber a la congregación y a sus bestias. …Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón por cuanto no creísteis a mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.” (Números 20:8 ; 11-12)
Y de igual modo se le volvió a decir a Pablo bastate en mi gracia. Cuando deseaba Pablo que su aguijón le fuera quitado para poder servir mejor a Dios en su pelegrinación. “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9) Si una persona desea agradar y servir a Dios de buena fe debe hacerse a la manera que Dios instituyó y del agradó de EL.
“Mirad que nadie os haga cautivos por medio de sus filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo.” (Colosenses 2:8)
“Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.” (Romanos 12:2)