La historia de la Navidad ha sido contada y recontada a lo largo de los siglos, envolviendo a generaciones en una narrativa llena de magia, esperanza y amor. Sin embargo, hay detalles que con frecuencia se pasan por alto, especialmente cuando se trata de la visita de los magos. Este artículo busca desenterrar algunas verdades fascinantes acerca de este evento tan emblemático y cómo nos ayuda a entender mejor el nacimiento de Jesús.
Los magos, también conocidos como los Reyes Magos o los Sabios de Oriente, eran hombres sabios que, guiados por una estrella brillante, emprendieron un largo viaje para encontrar al nuevo rey. Aunque las tradiciones populares a menudo los representan como reyes que traen regalos de oro, incienso y mirra, es crucial comprender que su estatus y propósito iban más allá de lo material. Estos eruditos, posiblemente astrónomos o filósofos, representaban la búsqueda del conocimiento y la revelación divina.
Mucho se ha especulado sobre la cronología del nacimiento de Jesús y la llegada de los magos. La mayoría de las escenas navideñas retratan a estos visitantes llegando a Belén en la misma noche del nacimiento. Sin embargo, según el relato bíblico, los magos vieron por primera vez a Jesús dos años después de su nacimiento. Esto puede ser una revelación sorprendente para muchos, ya que desafía las representaciones populares y nos invita a considerar el significado del tiempo en la narrativa sagrada. Basados en los relatos de Mateo 2:8-11 “Y al entrar en la casa, (no dice pesebre) vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 3:16 “Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos.”
La tradición establece el 25 de diciembre como el día de celebración del nacimiento de Jesús, pero los estudios sugieren que Jesús nació probablemente en otoño (entre los meses de septiembre u octubre). Esta perspectiva se basa en análisis bíblicos y referencias históricas que ofrecen una imagen más detallada sobre el contexto cultural y climático de la época.
Mateo 2:7 “Entonces Heródes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.”
Considerando que el censo que mandó a realizar César Augusto estaba destinado a que las familias se reunieran en sus lugares de origen, las circunstancias apuntan a que el clima en otoño ofrecía condiciones más favorables para viajar, lo que apoya la idea de un nacimiento en esa estación. Lucas 2:8 “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.” Uno de los principales problemas que enfrentan los pastores en invierno es la escasez de pasto. A diferencia del otoño, cuando los campos aún pueden ofrecer algo de hierba fresca; el invierno suele dejar los prados secos y cubiertos de nieve. Esto significa que las ovejas no pueden alimentarse adecuadamente. También el relato nos informa que durante el otoño, los pastores velaban y permanecían en las noches cuidando de sus rebaños, por lo cual, muy probablemente, las temperaturas eran favorables para poder permanecer largas horas a la intemperie.
Entender que los magos encontraron al Hijo de Dios dos años después de su nacimiento nos invita a reflexionar sobre la paciencia y la perseverancia en la búsqueda de lo divino. En un mundo donde buscamos respuestas rápidas, la historia de los magos subraya la importancia del proceso y el tiempo necesario para descubrir la verdad. Asimismo, hay que reconocer que Jesús no nació en diciembre nos desafía a repensar nuestras tradiciones y a profundizar en el significado espiritual de la celebración. Juan 5:39-41 nos dice:“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo.”
En conclusión, la historia de los magos no solo enriquece nuestra comprensión de la Navidad, sino que también nos recuerda que la fe, y el conocimiento de la verdad requieren tiempo y esfuerzo. Así que, mientras decoran sus hogares y preparan sus celebraciones, recordemos la rica historia que se entrelaza en estos momentos y busquemos siempre la verdad detrás de los mitos. La pregunta que debemos hacernos es: si Jesucristo no nació el 25 de diciembre ¿A quién realmente le pertenece está conmemoración? ¡Feliz Navidad, llena de descubrimientos y revelaciones!