“Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo. Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre.” (Isaías 4:1)
La figura de la mujer en la Biblia es, sin duda, multifacética y rica en simbolismo. A menudo se asocia con la Iglesia, representando tanto su pureza como su conexión espiritual con Dios. Sin embargo, en la actualidad, se observa una creciente desviación de la sana doctrina divina, que ha llevado a una iglesia más centrada en el ser humano y sus deseos. Esta transformación puede analizarse a través del pasaje bíblico de Isaías 4:1 y los mensajes dirigidos a las siete iglesias en Apocalipsis.
Dentro de la teología bíblica, la mujer es vista como un símbolo de la Iglesia. A lo largo de las Escrituras, se destaca esta relación, especialmente en Génesis 3:15, donde la mujer representa la comunidad de creyentes (Iglesia). Esta analogía resalta la dependencia y fidelidad de la Iglesia a Cristo, su esposo espiritual. La mujer como tipo de la Iglesia invita a reflexionar sobre la entrega y la obediencia que caracterizan la relación entre Cristo y su pueblo.
Este pasaje bíblico es una profecía anunciando el surgimiento de la Iglesia, por medio de la resurrección de Jesucristo. Y en el último libro de la Biblia, Revelaciones, se lee:
Cuando el apóstol Pedro describe al diablo (Satanás, dragón, serpiente) como el enemigo de la Iglesia, o sea, del creyente: “Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” podemos observar que es una narración totalmente simbólica, que alude a destruir al pueblo de Dios. (1 Pedro 5:8) “Y pondré enemistad entre ti (diablo) y la mujer (Iglesia-Cuerpo de Cristo) y entre tu simiente (la mentira) y la simiente suya (la verdad, Cristo).” (Génesis 3:15)
“Echarán mano de un hombre 7 mujeres en aquel tiempo.” Ese hombre representa a Cristo y las 7 mujeres son representación de 7 Iglesias. Las iglesias señaladas por el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis 2 y 3. (Efesos, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sadis, Filadelfia y Laodicea) Siete iglesias, ubicadas en Asia Menor, que representan perfectamente las iglesias actuales con atributos y contaminaciones similares.
El profeta Isaías está señalando un tiempo futuro, o sea el tiempo del resurgimiento de las primeras iglesias y el tiempo de las iglesias en la actualidad.
El término “Pan” aquí se refiere a la doctrina de cada iglesia, el alimento doctrinal de cada una de ellas, sus enseñanzas, creencias, tradiciones y costumbres. Estas iglesias hicieron un cambio de la sana doctrina apostólica contenida en la Biblia, a la doctrina que diferencia a cada iglesia u organización eclesiástica; la cual formuló sus propios puntos doctrinales.
Nos habla de la cobertura que arropa a cada “iglesia” Ellas se vistieron con ropas distintas a la que Dios les dio, se vistieron con su propia justicia, con su propia opinión, sabiduría, mezcla de carne con espíritu; de Ley con Gracia, de verdad con mentira. Se dejaron influenciar por los pensamientos del mundo y del hombre.
En otras palabras, son Iglesias cristianas, llevan el nombre de Cristo, pero no llevan el ejemplo de Cristo. No comen el pan de vida que es Cristo, ellas comen su propio pan, se orientan con su propia doctrina y de sus propias prácticas religiosas, de sus tradiciones y llevan únicamente el nombre de Dios, en las fachadas de sus templos: “Iglesias Cristianas” Pero al lado de “Iglesias cristianas…” ponen el apellido que identifica su denominación o congregación.
Oprobio significa vergüenza, pecado. Estas mujeres-Iglesias están diciendo: Aceptamos que nos hayas quitado el oprobio, el pecado con tu sacrificio; pero hasta ahí. Aceptamos tu salvación y redención, nada más. Sólo eso nos basta; nosotras añadiremos otros ingredientes a tu salvación y armaremos nuestra propia doctrina espiritual. (una más atractiva para el público o creyente)
Por otro lado, en el libro de Apocalipsis, las cartas a las siete iglesias muestran las debilidades, pecados y desviaciones en la práctica de la fe cristiana. Cada iglesia recibe exhortaciones específicas que reflejan cómo han permitido la influencia del mundo y han distorsionado el mensaje original de Cristo. Por ejemplo, en la iglesia de Éfeso, se destaca la pérdida del primer amor, Pérgamo y Tiatira son advertidas por tolerar doctrinas erróneas y prácticas inmorales. Filadelfia se le exhorta a caer a los pies de Cristo. Sardis es llamada a despertar debido a su falsa apariencia de vida, mientras que en Laodicea se condena la tibieza espiritual. Estas advertencias son paralelas a la advertencia de Isaías, donde las "siete mujeres" buscan un confort terrenal que no proviene ni está alineado con la voluntad de Dios.
Ambos textos nos muestran cómo la Iglesia, representada simbólicamente como mujer, ha intentado construir su propia identidad y sustento a partir de sus propios esfuerzos y deseos, en lugar de depender de la inspiración divina. Esta desviación no solo debilita su testimonio, sino que también diluye el mensaje de salvación que se encuentra en el evangelio. La búsqueda de una fe más "humana" puede generar un sentido de pertenencia temporal, pero carece de la esencia transformadora del evangelio.
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.” (1 Corintios 15:45-47)
Esto nos confirma como el plan de Satanás comenzó a organizarse desde el Huerto de Edén, para destruir la obra de Dios, y sabiendo que no iba a lograr tentar a su Hijo Jesucristo, consiguió introducirse primeramente en la humanidad; para posteriormente arruinar toda su creación.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Efesios 4:22-24)