Lectura Biblica:
"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados." (1 Corintios 15:51)
Este misterio entra dentro de acontecimientos futuros. Esta dicho que acontecerá cuando la profecía de la final trompeta suene. Entonces se estará visualizando el comienzo de lo que llamamos el misterio de la transformación de los creyentes.
Cuando hablamos de trompetas nos referimos al "Shofar". El cual marca el inicio de las fiestas de otoño. Esta temporada, compuesta antiguamente de tres fiestas o convocaciones solemnes para la comunidad judaica (Yom Teruáh, Yom Kippur y Sukkot) nos relata sobre 3 importantes acontecimientos que estarán simbolizando la llegada del final de los tiempos.
La fiesta de Yom Teruáh: conocido también como "Rosh Hashanah o comienzo del año" es la primera fiesta del séptimo mes. Dicha festividad es celebrada el primer día del mes de Tishrei, calendario hebreo. Para los que vamos conforme al calendario Gregoriano sería entre los meses de segunda quincena de septiembre y primeras semanas del mes de octubre; por dar un apróximado. (Levítico 23:24-25) Inicia con el tocar del "shofar" (trompeta); y es un dia de gran alegría. Yom Teruáh significa el día del despertar por el tompetazo o fiesta de las trompetas. La palabra hebrea "yom" significa "día", mientras que el término "teruáh" tiene varias connotaciones: puede referirse a un gran grito de júbilo y de alegría; o un gran grito de alerta. Por tanto, la celebración del "Yom Teruáh" nos trae un sentimiento de júbilo, pero a su vez un llamado de atención.
El Yom Teruáh es el día que nadie sabe, el día que anuncia el retorno del Mesías-Rey. Es el día que anuncia la resurección de los muertos en Cristo, y anuncia también la transformación de los que estarán vivos cuando Jesucristo aparezca. Es el día de la coronación del Mesías como Rey de Israel y de todas las naciones; es un día de juicio para la humanidad; cuando Cristo se siente en Su trono de Gloria, ahora no como Cordero, sino como León; no como siervo sino como Juez y juzgará a las naciones y dará a cada uno su recompensa (1 Corintios 15:35-37, 44; Filipense 3:21; 1 Juan 3:2-3; Isaías 26:19; Job 19:25-26 y Mateo 24:31)
Yom Kippur: es la conmemoración judía más significativa para la nación de Israel y se le conoce como el Día de la expiación de pecados o el Día del Perdón. Son 10 días de arrepentimiento con un corazón sincero. Comienza en el anochecer del noveno día del mes séptimo Tishrei y continua hasta el anochecer del siguiente día. Su tema central es la Expiación y la Reconciliación. El Yom Kippur finaliza con el sonar del "shofar" el cual marca la culminación del ayuno al cual se somete la población judía durante esta festividad.
Sukkot o Sucot: es conocida también como la Fiesta de los Tabernáculos. La palabra "sucot" significa tabernáculo o cabaña. Representa de manera alegorica el Milenio descrito en el libro de Apocalipsis. El tiempo de 1000 años de paz, reinado por nuestro Señor Jesucristo como Rey de toda la tierra.
Cada fiesta, desde "Pesaj/Pascua" hasta "Sucot/Tabernáculos" son simbologías proféticas que anuncian eventos históricos únicos en la humanidad. Ponemos en perpectiva este ejemplo: La semana consta de 7 días y en el lenguaje profético de las Escrituras; cada día de la Creación, equivale a mil años. Observamos conforme a las Escrituras que los primeros tres días de la Creación es una face atemporal (sin tiempo) mientras que los siguientes tres días del cuarto al sexto; inicia un ciclo con la medición del tiempo. Teniendo en consideración que la Creación tuvo una duración de 7 días; el ciclo total semanal, se llega a la conclusión que estamos hablando de un período de tiempo de 7000 mil años base. Los cuales se dividen de la siguiente manera: Los primeros dos días equivalen a dos mil años sin Ley; que comprende el período desde Adán hasta los patriarcas: Abrahama, Isaac y Jacob. Los próximos dos días equivalen a los días tercero y cuarto representados por otros dos mil años con Ley; que abarca desde Moisés hasta Jesús. En el tercer día y medio deberá aparecer el Mesías, para instruir al mundo entero en el conocimiento mesiánico, es decir, los próximo dos días el quinto y sexto de la semana equivalen a dos mil años de conocimiento de Dios. Entonces, concluiremos con el final de los siete días de la Creación; equivalente al día "sabbat o reposo" representado por el sábado semanal. "Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. " (Génesis 2:1-3)
Y así como Dios envió "doble maná" en el sexto día semanal para que hubiera abundancia de comida y tranquilidad mental en el Sábado; así también enviará doble porción de conocimiento al mundo cuando esté próximo el sexto milenio. De tal manera, que tengamos luego un reposo de mil años en paz, seguridad, prosperidad, con abundancia de todo, sin dolor, ni lagrimas, ni sufrimientos. Visto así, ese es el reposo del milenio, que es mencionado en los libros de Isaías, y Apocalipsis 20; el cual esperan aún los hijos de Dios. Esto sucederá el día cuando se abran los sellos proféticos y el libro de la vida; ya que todo será una sombra de lo por venir.
El empleo de Pablo del plural indica que él sostenía la perspectiva del Nuevo Testamento de que Cristo podía venir por los fieles de su iglesia en aquella misma generación. Aun cuando Cristo no volvió en la generación de Pablo, éste no estaba equivocado en creer que fuera posible, porque sabía que Cristo podría venir en cualquier momento. Todos los que esperan el regreso de Cristo durante su propia vida comparten el punto de vista del NT. Las palabras de Cristo y todo el NT exhortan a cada creyente a creer que está viviendo en los últimos días y a vivir con la esperanza de que Cristo pudiera regresar durante su vida ( Rom 13:12; Flp 3:20; 1Ts 1:10; 1Ts 4:15-17; Tit 2:13; Stg 5:8-9; 1Jn 2:18; 1Jn 2:28; Apo 22:7; Apo 22:12; Apo 22:20; véanse Mateo 24:42; Mat 24:44, notas; Luc 12:35, nota). "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor" (Mateo 24:42)
La resurrección es un tema que evoca una profunda reflexión en cada uno de nosotros. En un mundo marcado por la incerteza, el sufrimiento y la pérdida, la idea de volver a vivir ofrece esperanza y consuelo. Sin embargo, la promesa de la resurrección no se limita a un mero regreso a la vida; más bien, habla de una transformación gloriosa.
La segunda venida de Cristo nos invita a considerar que no todos experimentaremos la muerte de la misma manera. La Escritura nos asegura que “no todos dormiremos, pero todos seremos transformados” (1 Corintios 15:51). Este pasaje resuena como un eco de esperanza para aquellos que anhelan ver a su Salvador. Imaginemos por un momento lo que significa esta transformación: dejar atrás la fragilidad de nuestros cuerpos terrenales y ser elevados a una existencia plena de luz y perfección.
La idea de ser transformados en un abrir y cerrar de ojos es cautivadora. Nos recuerda que la vida es efímera, pero también que hay algo más allá de nuestro entendimiento actual. Cada dolor vivido, cada lágrima derramada, se convertirá en un testimonio de la fidelidad de Dios. Aquellos que confían en Él experimentarán el gozo de la renovación total, una libertad de cadenas y limitaciones.
Este mensaje nos desafía a vivir con propósito y esperanza. Si al final de nuestros días, ya sea a través de la muerte o la transformación, seremos partícipes de la gloria divina, ¿por qué no vivir con esa perspectiva en mente? La resurrección nos llama a ser embajadores de amor, compasión y fe en este mundo, recordando que nuestra historia no termina aquí. La vida eterna nos espera, y con ella, la promesa de ser transformados. La esperanza de la resurrección es, sin duda, una luz que ilumina nuestro camino hacia el futuro.
La enseñanza aquí es similar a la enseñanza que se le entregó a los tesalonicenses (1Ts 4:13-18). Los muertos en Cristo resucitarán primero, luego los creyentes que viven serán transformados en cuerpos inmortales. ¿Cuándo acontecerá esto? Esto no será tan pronto cuando la persona fallezca, sino cuando Jesús vuelva por segunda vez a la tierra, y estaremos todos, resucitados y transformados. Y ambas partes se encontrarán al mismo tiempo, con Cristo Jesús en las nubes.
13 "Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados (transformados) juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras."
La transformación de los creyentes es uno de los misterios más fascinantes y profundos que se encuentran en las Escrituras bíblicas. Esta metamorfosis no solo abarca un cambio superficial, sino que implica una renovación total del ser, tanto en el ámbito espiritual como en el comportamiento diario. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, se hace evidente que este proceso de cambio es central en la vida de quien decide seguir a Dios.
En Romanos 12:2, se nos instruye a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. Esta exhortación revela que la transformación comienza en nuestros pensamientos, influyendo así en nuestras acciones. La clave radica en la adopción de una nueva perspectiva: ver el mundo y nuestras vidas a través de la lente de la fe. Este acto de renovación está intrínsecamente ligado a la obra del Espíritu Santo, quien actúa en nosotros para moldear nuestro carácter y nuestras decisiones.
Otra dimensión del misterio de la transformación se encuentra en 2 Corintios 5:17, donde Pablo declara que “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Este versículo encapsula la esencia de la transformación: un nuevo nacimiento que otorga una nueva identidad. Los creyentes dejan atrás sus antiguas maneras y, a su vez, abrazan una vida guiada por los principios del Reino de Dios.
Asimismo, en Filipenses 1:6 se nos brinda esperanza: "estando persuadido de esto, que el que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". Este proceso no es instantáneo; es el resultado de un viaje continuo de crecimiento y desarrollo espiritual.
En conclusión, el misterio de la transformación de los creyentes según las Escrituras no solo revela el poder redentor de Dios, sino también la posibilidad de vivir en un estado constante de renovación. A través de la fe y la práctica diaria, cada creyente es invitado a experimentar la transformación divina, convirtiéndose en un testimonio viviente del amor y la gracia de Dios.