Con frecuencia decimos: “David era un hombre conforme al corazón de Dios.” Al decirlo, usualmente lo que queremos dar a entender es, que David estaba constantemente buscando el corazón de Dios, o comprometido a seguir los caminos de Dios, demostrando arrepentimiento sincero para caminar en pos de la ley de Dios.
Cuando Saúl desobedeció, Dios le quitó el reinado de Israel y anunció al profeta Samuel que había escogido a un nuevo rey (1 Samuel 16:1) El profeta visitó la casa de Isaí, y al ver a su primer hijo Eliab, Samuel pensó que era el elegido por Dios, pero Dios le exhortó a no mirar la apariencia, porque Él mira el corazón. (1 Samuel 16:7)
Al final de su búsqueda, el profeta conoció al menor de los hijos de Isaí, David, Dios lo eligió por encima de las apariencias humanas y lo llamó para servirle, porque su corazón estaba dispuesto para Dios, quien lo ungió con Su Espíritu (1 Samuel 16:13) En donde el Espíritu de Dios impulsa y atrae a la persona a volver siempre al verdadero fundamento de su vida.
Sólo a través de la comunicación con mis hermanos y hermanas llegué a entender que, cuando Dios dijo que el rey David era un hombre conforme a Su corazón, quiso decir que la esencia de David estaba de acuerdo con la voluntad de Dios. Aunque David había cometido una transgresión impulsiva, era también capaz de arrepentirse de verdad de sus pecados.
Está registrado en la Biblia que, después de cometer su pecado, el rey David oró a Dios, diciendo: “Vuelve, oh Jehová, libera mi alma. Sálvame, por Tu misericordia” (Salmos 6:4). “todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama” (Salmos 6:6). El rey David sintió un profundo remordimiento a causa de su pecado, y cada día se arrepentía y confesaba, ayunaba y oraba ante Dios, y oró para que Dios fuera misericordioso. Estas palabras durante la oración, muestran hasta qué punto se arrepentía. ¿Cuánto anhela usted el vivir con Dios?
No hay duda, que hasta 2 Samuel 11, David es representado como lo opuesto al rey Saúl en todos los sentidos. Él espera en el Señor. Él busca la voluntad de Dios por encima de la suya propia. Incluso en su pecado, David es sensible a la confrontación del profeta Natán (2 Samuel 12).
El rey más importante del pueblo de Israel no estuvo libre de pecado. Sin embargo, buscó con fervor a Dios para obedecer con un corazón genuinamente arrepentido. Una característica que distinguió a David fue reconocer sus faltas cuando lo confrontaban; él jamás se justificó para salir bien de una situación. Esta característica lo hizo especial ante los ojos de Dios. Aún hasta los primeros padres en el Huerto en Edén, Adán y Eva, se justificaron de sus faltas al decir: “la serpiente me engaño y comí” “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12-13) Sin embargo, David comprendió el impacto que tenía meditar en la Ley de Su Señor y cómo lo acercaba a Él. Cuando se vio alejado por causa del pecado, se desesperó por volver y su corazón fue profundamente quebrantado al comprender el significado de sus acciones. En 1 Samuel 13:14 está escrito:
Se nos dice en la Biblia que Samuel pudo ungir a David y el Espíritu Santo estuvo con él. Cuando nuestros corazones son conforme al de Dios, abrimos lugar para que el Espíritu Santo pueda reposar sobre nuestra vida. Además, Dios le dio favor a David en todo lo que hacía.
Cuando nuestro corazón es conforme al de Dios, abrimos lugar para que Él pueda bendecirnos y darnos favor en las cosas que tenemos que hacer. David mismo escribió, en el Salmos 24, que las personas de corazón conforme al de Dios podrán estar en la presencia del Señor, «¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación» (Salmos 24:3-5). También, dentro de las bienaventuranzas, Jesús dice: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8).
Tenemos tantas razones para anhelar un corazón limpio y puro, conforme al de Dios, y hay tanto que podemos ganar al buscarlo. Todos los días podemos pedirle a Dios, así como David le pidió en sus momentos de debilidad: «Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve» (Salmos 51:7). Y Dios, que es bueno y misericordioso con nosotros, no nos despreciará. «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmos 51:17). Sigamos todos los días examinando nuestros corazones, y buscando ser de aquellos de corazón conforme al de Dios, que hacen lo que él quiere. Porque él nos guiará por las mejores veredas; para protegernos y ayudarnos en los momentos de dificultad y desesperanza.