La familia es una institución; la primera creada por Dios. En realidad, una familia es una cadena de afectos entre seres humanos. Y la esencia de esta unión es el amor que hace que a lo largo de una vida entera muchas personas –padres, hijos, nietos, abuelos, primos, amigos– permanezcan unidas como un vínculo y se acompañen solidariamente en las buenas y las malas.
Érase una vez una familia que comía junta en la mesa, un día el abuelo enfermó y sus manos temblorosas y su vista borrosa, le hacían el alimentarse un asunto difícil. La comida caía de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba el café sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación…
“Tenemos que hacer algo con mi padre”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente. Derrama el café, hace ruidos al comer y tira la comida al suelo.”
Así fue como el matrimonio acordó poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Le preguntó dulcemente: “¿Qué estás haciendo?” Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos.”
De tal forma que quedaron sin habla. Las lagrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
“Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres.” (Proverbios 17;6)
Proverbios 17:21,25
Proverbios 19:26;
Proverbios 20:20
Proverbios 1:8-9; 3:1-2
Porque el hijo o hija que le roba a su padre y ahuyenta a su madre, es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio. (Proverbios 19:26)
El esposo tomó gentilmente la mano de su padre y lo guio de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por extraña razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, el café se derramaba o se ensuciaba el mantel.
A lo largo del Nuevo Testamento vemos que Jesucristo mostró amor por los miembros de Su familia, especialmente por su madre, María. Aun estando en agonía en la cruz Jesús manifestó preocupación por el cuidado de su madre.
“Y cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he aquí a tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” (Juan 19:26-27)
“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” (Mateo 12:50).
· Juan 6:37-40
Independientemente de tu relación con tus padres los extrañaras cuando se hayan ido de tu vida. Siempre respétalos, cuídalos y ámalos.
Uno de los Diez Mandamientos que se dieron a Moisés en el A.T. habla directamente de la relación que existe entre padre e hijos.
(Deuteronomio 5:16; Éxodo 20:12; Mateo 22:39; Salmos 78:1-8)
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere Viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6) y (Proverbios 23:15-26)
Quien no cuida de sus parientes y especialmente de su familia; no se porta como un cristiano; es más, tal persona es peor que quien nunca ha creído en Dios.
“Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.” (Mateo 15:4)
“Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecie.” (Proverbios 23:22)
"El hijo sabio alegra al padre; mas el hombre necio menosprecia a su madre.” (Proverbios 15:20)
“El necio menosprecia el consejo de su padre; mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.” (Proverbios 15:5)