Imaginemos que este Amigo Fiel nos diera a escoger entre tres elementos que te puedan representar a ti como persona. Y te dieran a elegir entre ser: unas zanahorias, unos huevos, o unos granos de café. ¿Qué elegirías tú?
Luego ese Amigo Fiel prepararé 3 recipientes con agua hirviendo y te dijera que pusieras ese ingrediente que tu elegiste en uno de ellos. Y te preguntara a ti ¿Qué ves? La respuesta de muchos sería: “Veo zanahorias, huevos, y café con agua hirviendo.”
Si a todo esto, tu Amigo Fiel te pidiera que te acercarás y los tocarás ¿Cuál sería tu respuesta? Seguramente, tu perspectiva sería una muy distinta. Porque muchas veces no es lo mismo verlo de lejos, que verlo de cerca y palparlo.
Hay personas que oyen o leen la Palabra de Dios y no la entienden; de la misma manera que no entienden el ¿Por qué? De los 3 elementos: las zanahorias, los huevos o los granos de café.
Los tres elementos se enfrentaron a la misma adversidad “el agua hirviendo”, pero habían reaccionado de formas muy diferentes.
Cada uno fue transformado de distinta manera por el agua hirviendo. De igual forma nuestras adversidades nos transforman, pero si nos dejamos inducir por los problemas seremos como las zanahorias o los huevos.
La zanahoria entro dura al agua hirviendo, pero pasado un tiempo salió blanda (débil). [Proverbio 12:25; 15:1; 13 y 16:1]
Los huevos entraron de manera frágil al agua, pero al cabo de unos minutos se endurecieron por dentro, aunque su apariencia exterior siguió siendo la misma. [Jeremías 16:12; Daniel 5:20 y Romanos 2:5]
Los granos de café, por el contrario, tuvieron que ser molidos antes de entrar… no solo había cambiado él, sino que había cambiado el agua; se había fundido en su nuevo entorno, había aceptado la adversidad, y había dotado el agua de un color, un olor y un sabor distinto, muy agradable y especial. [Romanos 12:2; 2 Corintios 3:18 y Colosenses 3:5]
De igual manera trabaja la Palabra de Dios en nosotros, por medio de ella conocemos a nuestro Amigo Fiel y nuestro propósito en la Vida, nos transforma no tan solo a nosotros; sino también a los que se encuentran alrededor nuestro y nuestro ambiente. Nos convierte en personas especiales ante los ojos de Dios.
La palabra de Dios es hablada a varios tipos de personas. (oyentes) Sin embargo, los resultados serán variados mientras sean distintas las prioridades del corazón sobre los que escuchan o leen Su Palabra. Unos la van a rechazar, otros la aceptan hasta la primera adversidad, otros la recibirán, pero eventualmente no la tendrán como prioridad y pondrán otras cosas primero; y finalmente, otros la mantendrán con un corazón bueno y obediente llevando fruto.
Por lo que Jesucristo, nuestro Amigo Fiel, al terminar la interpretación de la parábola dijo: “MIRAD, PUES, CÓMO OIS” [Lucas 8:18].
Dios siempre está ahí para ti por medio de Su Palabra; ella nos enseña a valorar la vida, y darle sentido en los momentos que son difíciles; para ayudarnos a ser diferentes y transformar nuestro entorno en algo positivo.
Podemos ver como nuestras adversidades o tentaciones son como la olla de agua hirviente. Sin embargo, necesitamos ser transformados por Dios, para llegar a ser como los granos de café que no se rinden; que logran transformar su adversidad en positivo y no dejando que las adversidades tomen el control de nosotros haciéndonos muy débiles o duros por dentro; aunque por fuera se vea igual.